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Pero rechazamos los tapujos de vergüenza, no procediendo con astucia, ni adulterando la palabra de Dios sino que, por la clara demostración de la verdad, nos recomendamos a nosotros mismos a toda conciencia humana delante de Dios. Pero aun si nuestro evangelio está encubierto, entre los que se pierden está encubierto. Pues el dios de esta edad presente ha cegado el entendimiento de los incrédulos para que no los ilumine el resplandor del evangelio de la gloria de Cristo, quien es la imagen de Dios.

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